Muchos de nosotros tendemos a humanizar al perro porque lo sentimos como parte de la familia. De vez en cuando contamos anécdotas que nos emocionan, por ejemplo cómo nos recibe después de un par de días de ausencia.
Hasta que alguien (normalmente él no tiene un perro) nos hace notar que estamos confundiendo nuestros sentimientos con sus instintos. “Te hace fiesta no porque se alegre de verte, sino porque necesita actividad y ahora podrá volver a la plaza.” ¿De verdad estamos siendo «poco científicos” en nuestra apreciación?
Un poco de ciencia
El británico John Bradshaw se dedica a estos temas. Dice que las personas estamos genéticamente predispuestos a atribuirle características humanas a los perros. Y eso también nos hace humanos, es parte de nuestra naturaleza. En otras palabras, pensar que otra especie puede ser como nosotros nos define como especie.
Un escáner al cerebro
Cuando se escanea el cerebro de personas que están mirando fotos de niños, se iluminan las áreas que se relacionan con la emoción, el apego y la recompensa. Sucede que casi exactamente las mismas áreas se iluminan cuando miramos animales recién nacidos, especialmente cachorros. Los niveles hormonales de los dueños de un cachorro se elevan en forma similar al de los padres, ayudando a construir el lazo afectivo. En otras palabras, es una respuesta natural en nosotros.
Digamos que es porque los encontramos “ricos”: sus ojos grandes, el hocico chico, su cabecita redondeada. Muy parecido a cuando miramos una guagua.
Los motivos evolutivos
¿Por qué el hombre, en su evolución, terminó humanizando a los perros, al punto de considerarlos parte de la familia? Es porque así ellos terminaron integrándose en nuestras vidas, lo que evidentemente sirvió a nuestra especie. Pero además nos llenaron de emociones positivas, de esas que nunca saturan.
Para hacer la historia corta, esta capacidad nuestra nos permitió terminar dominando el planeta, y pasa en parte por los procesos de domesticación.
Los perros
Está claro que de todas las especias los perros son quienes dominan nuestra tendencia a humanizar. Tal vez porque sus emociones se traslapan con las nuestras, y porque (siendo altamente sociables) intentan pasar por encima de las diferencias para comunicarse con nosotros. De hecho, el neurocientífico Gregory Burns dice que perros y hombres comparten estructuras y funciones cerebrales muy similares en las áreas que activan el placer y la anticipación. No solo intentamos comunicarnos, es que además sentimos en forma similar.
Si eres de los que no se olvidan de la fecha de cumpleaños de su perro, te invitamos a conocer el zodíaco de perros, a ver si te resulta familiar.
Siempre serán niños
Si a lo anterior agregamos que nuestro perro siempre será como un niño –siempre listo para jugar, o para dejarse querer a nuestro lado–, verlo como parte de la familia resulta lógico. ¿Has pensado en el síndrome del nido vacío? ¿En el proceso, tan natural, de independencia de tus hijos? Con tu perro eso no te va a pasar.
De modo que no tenemos que sentirnos mal por humanizar al perro. Hay muy buenos motivos para hacerlo desde el punto de vista evolutivo. Y (esto no necesito demostrarlo) tu vida se sentiría más vacía sin tu mascota.
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