Si mi perro está cojeando, debo considerar (en primer lugar) que si el perro no gimotea, ello no significa que no esté sufriendo algún grado de dolor. De modo que si no quiere apoyar una de sus patas, debemos tomar nota de inmediato. Porque, aunque no lo parezca, el perro es uno de los miembros de la familia más propenso a lesiones. Vale la pena entonces tener en cuenta algunos consejos.
La cojera en tu perro es signo seguro de dolor
Las lesiones pueden abarcar desde torceduras o desgarro muscular a quebraduras e infecciones o enfermedades, De esta manera, una cojera siempre es motivo para consultar con el veterinario.
Se debe distinguir entre una cojera crónica o bien repentina. En este último caso se recomienda un reposo de uno o dos días. Durante este tiempo puedes aplicar compresas frías en la zona adolorida para ayudar a su recuperación. Si el perro no mejora, debes acudir al veterinario.
Por otra parte, no se debe administrar analgésicos al perro sin consultar al veterinario, por ejemplo aspirina. Una dosificación errada puede conducir a sangrados o daño permanente al hígado.
Solo el veterinario puede determinar la causa de la cojera
Es de sentido común: las causas de una cojera son tan variadas que se requiere de un buen diagnóstico. Entre éstas, lesiones a los tejidos blandos (ligamentos, tendondes y músculos), infecciones, inflamaciones, problemas vasculares o bien de huesos, originadas en una osteoporosis o por último fracturas.
La edad y raza del perro ayudarán en el diagnóstico, ya que se asocian a lesiones específicas. El examen físico y la historia clínica serán clave en un diagnóstico certero. Por ejemplo, en un perro mayor se debe descartar la osteoporosis, siendo más frecuente en perros jóvenes lesiones musculares.
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Referencias en Whole Dog Journal
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