Todos buscamos lo mejor para nuestro hijos, y en su primera infancia es donde echamos las fundaciones de personas fuertes y solidarias. Pues bien, la convivencia en la casa de niños y perros trae múltiples beneficios. Te invitamos a ver estos preciosos retratos de perros y niños en San Petersburgo.
Desde la prehistoria hasta nuestros días, los animales domésticos han desempeñado un rol muy importante en la relación con los niños. Pero no solo los niños, también los adultos nos beneficiamos de esta convivencia milenaria.
En forma resumida
- Disminuye el ritmo cardíaco y la presión arterial de las personas que conviven con una mascota. Además de disminuir el stress, ayudando a que los niños sean menos agresivos.
- Al tener un perro con necesidad de actividad física, ayuda a mejorar la calidad de vida de ambos. De mucha importancia, dado el sedentarismo que hoy en día padecen nuestros hijos.
- La convivencia con un animal genera tranquilidad en las personas, al grado que muchos son parte complementaria de terapias en pacientes terminales, discapacidades y algunas enfermedades.
- Los niños desarrollan mayor nivel de responsabilidad y compromiso. Al tratar con animales, se involucran mejor en el trabajo grupal y conviven de forma armónica en la escuela, ayudando por lo demás a mejorar la estabilidad emocional.
- Se desarrolla el sentido humanitario en los niños, enseñándoles que un ser vivo siente y recuerda (no de la misma manera que los humanos, pero lo hacen).
- El sistema inmune se fortaleces, ya que el niño se encuentra expuesto a mayor cantidad de antígenos a temprana edad.
- Las familias que conviven con animales están más conscientes de su entorno, respetando y valorando más a los seres vivos, lo que se traduce como personas íntegras, honestas, y con una inclusión exitosa en la sociedad.
- Acelera el desarrollo psicomotor a través del juego, el ejercicio, la persecución, las risas.
- Mejora su autoestima, ya que rápidamente comparten (o creen hacerlo) parte de las responsabilidades de tener un perro.
- Nos aligeran el trabajo a los adultos. Por una parte, de jugar con el chiquitín, pero también de jugar con el perro.
- Y el perro tiene también un instinto infalible para empatizar, siendo un gran consuelo ante la frustración o la rabia.
Uno de mis recuerdos de antes de los siete años, es cuando jugaba con una perra boxer, tirando sus bigotes, sus orejas, subiendo a caballo sobre ella. ¡Una paciencia infinita! No podemos terminar sin sugerir la necesidad de supervisar esta relación, donde el perro debe ocupar su lugar en la manada.
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Referencias American Kennel Club
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